DERECHOS DE AUTOR

Este blog está protegido por la Ley N 1322 del 13 de abril de 1992, Derechos de Autor del Estado Plurinacional de Bolivia, que en el Título I, Bienes Intelectuales Protegidos en sus artículos 1,2 y 3, que establecen:
"Art 1.- Las disposiciones de la presente ley son de orden público y se reputan de interés social, regulan el regimén del protección del derecho de los autores del ingenio de carácter original, sean de índole literaria, artÍstica o científica y los derechos conexos que ella determina.
El derecho de autor comprende a los derechos morales que ampara la paternidad e integridad de la obra y los derechos patrimoniales que protegen el aprobechamiento económico de la misma. Además salvaguarda el acervo cultural de la nación.
ART. 2.- El derecho de autor nace con la creación de la obra sin que sea necesario registro, depósito, ni ninguna otra formalidad para establecer la protección reconocida por la presente Ley.
Las formalidades que en ella se establecen son para mayor seguridad jurídica de los titulares de los derechos que se protegen.
ART. 3.- La presente Ley ampara los derechos de todos los autores bolivianos, de los extranjeros domiciliados en el pais y las obras de extranjeros publicadas por primera vez en el país. ..."


domingo, 29 de septiembre de 2019

Sin título


Sea...
Sea tu boca, la tentación
la fruta prohibida en el desierto ardiente del Sáhara
la noche que precede al día.

Sea...
Sea tu cuerpo, la guarida.
La estampida.

Sea tu piel ondulante
la catarata dónde caen todos mis complejos distraídos.
inicuos
abatidos.

Sea...
Sea tu nombre el innombrable.
el que abre los cielos estrellados en noches solitarias
de escasa inspiración. 







domingo, 22 de septiembre de 2019

IV

                                
              
¿Sabes cuantas sonrisas me he guardado para usarlas contigo?
que cuando las comparta,
quizá me convierta en un torrente del Niágara
o una vertiente del Nilo.
Ahora, soy un afluente del Amazonas.









   Del poemario Destilando fuego, pág 60. Año 2019.  



   






Solo una vez conocí la envidia:
Cuando observé en mi espejo el amor 
que te tenía 
y deseando que alguien me amara así,
te descubrí afortunado. 




Poemario Destilando fuego. Pág 78. 2019. Sin editorial. 

viernes, 20 de septiembre de 2019

HAN INCENDIADO LA AMAZONIA

                                 
                                                                               Claudia Leslie Aguilar 


Dicen mis amigos, intentando consolarme
que no me queda la desolación,
qué no es lo mío
porque me perciben fuerte y persistente
por que soy de aquellos seres que luchan sostenida del último aliento.

Por que cuando sea la hora de partir, como dicen en el "poblao"
quizá vuelva del más allá, "pal más acá"
dejando contrariado al médico,
con el certificado de defunción a medias, 
y no me daré por vencida:
"lo intentaré una vez más..solo una vez más"

Lo qué no saben, 
es que no combino con la desolación 
porque aprendí a ser feliz con lo que tenía 
(llevaba en el alma, dibujada una sonrisa)
aprendí (y no a tiempo) que para caer y levantarse, 
se necesita comprender la importancia de caminar. 
De caminar...

Fui feliz, 
por que tuve a los seres que me amaron en el momento justo, 
me cuidaron a tiempo y cuando caí,
ya me habían enseñado a cuidar de mis heridas, sola.

Era feliz con el canto de las aves, 
que le cantan a la vida y al amor,
fui afortunada, crecí a orillas del Arroyo San Juan,
conocí el murmullo y el lenguaje de los riachuelos,
la magia del viento que transita por lugares insospechados 
y cómo gran aventurero, 
suele traer historias inverosímiles  a quién quiera escucharle,
habla de la vida, 
las guerras,
la historia del hombre,
de la paz de aquel desierto qué no conozco,
el calor en las sábanas,
el olor al óxido de la sangre
el mágico mundo de los espíritus que lo habitan.

Cuando estás triste, 
el viento inesperado te acaricia con amor
 y te recuerda que estás !vivo!
!vivo! para continuar...
te recoge de las cenizas
te sopla el hálito de la vida.

Fui feliz con la paz que llevan consigo los bosques
y pude ver, a orillas del río Mamore
el mágico beso del sol y la luna
y mi alma retornaba arrullada a la Madre.

Supe que nada ni nadie tenía nombre, si me encontraba en comunión con ellos.

No puedo evitar esta desolación que me embarga
(y no voy a pedir disculpas al hombre por ello)
Una parte de mi, arde de una extraña fiebre repentina
y agoniza con las selvas,
en los llanos calcinados,
en el canto extinto de las aves,
en la mirada firme y penetrante, ahora triste del jaguar.
El hermoso y fuerte jaguar.

¿Cuantos fuimos jaguares alguna vez?
¿ya no lo recuerdan, hermanos? 
¿lo olvidaron?

¿Cómo puedo vivir y evitar la desolación? 
no puedo...
si con la muerte o el sufrimiento de ellos,
no solo agonizo,
también muero.