No existe la soledad,
cuándo el viaje y el peregrinar suceden en solitario.
Que el paisaje
nos acompañe,
el espíritu
aprenda a solventarse de aquello invisible
al ojo humano.
¿la senda?, nuestra compañera
el sol, el faro
la tierra, refugio
La lluvia, conexión con la divinidad.
Me sostengo en
la nada adversa
me recojo de la
tierra
de la lágrima
que rueda y apuñala
desgarra,
transforma,
que pretende doblegarme
y sorprende cuando observo el firmamento.
Sola vine,
sola estoy,
sola debo
entender las interrogantes de mi prueba de vida.
(nadie puede copiar el examen del otro, las preguntas son individuales).
Me recojo del
pasto verde,
del abrazo alto de
mis frondosos hermanos mayores
me cuentan
sobre el futuro.
Sueño con el futuro del sol naciente, radiante,
enceguecedor,
iluminándolo todo, después de la tempestad,
agua dividiendo la tierra.
Del pasto verde,
la tierra
pródiga,
hombres y
mujeres valientes,
niños que
germinan sonrientes sobre el mundo nuevo.
(¿Acaso puedo contarles, que he visto todo en sueños?
lo estoy haciendo).
Sueño, sueño,
sueño y visualizo,
a la América
morena de pie,
cruce de
razas que nos obsequia la sabiduría.
De sueños
también vive el hombre en medio de la guerra
a pesar del
dolor, allí germina la esperanza
la mía, la tuya,
la nuestra.
Sueña, conmigo.
Sueña conmigo,
por favor.